Primeras Comuniones y Corpus Christi…

Con la llegada de la Primavera, especialmente con el Mes de Mayo, -Mes de las Flores como popularmente se le conoce-, nuestros niños reciben la Primera Comunión. Una celebración de gran trascendencia religiosa y social. Religiosa porque es una etapa más en la madurez del niño, después de varios años de preparación cristiana. Se trata de recibir a Jesús en la Eucaristía, de participar del Cuerpo de Cristo. Y también una celebración cada vez con una mayor carga social, pues la Primera Comunión suele ir acompañada de banquetes, regalos, trajes y otro tipo de elementos que implican diversos gastos… El factor externo, el propiamente social, también es importante siempre que nos ayude a vivir en profundidad el Misterio de la Primera Comunión.

Nuestra sociedad actual tiende a exteriorizar cada vez más las celebraciones, con el fin de hacer partícipes de las mismas a un grupo mayor de personas. Estas vivencias deben reflejar el verdadero sentido de lo que se está celebrando. De nada sirve comprarse un bonito traje, participar de un suculento banquete, recibir muchos regalos… sino se vive en profundidad el sentido de la Primera Comunión. Esto mismo podemos extrapolarlo a múltiples celebraciones de nuestra sociedad, muchas de ellas realizadas por cumplir con un determinado rol marcado por unas determinadas costumbres, normalmente de carácter familiar.

Hoy conmemoramos la Solemnidad del Corpus Christi, celebrada el pasado jueves en algunas localidades, tal y como marcaba el calendario litúrgico y como lo recogía perfectamente nuestro refranero, «Tres Jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y la Ascensión». Hoy es una jornada muy especial para niños, jóvenes y mayores, un día para descubrir a Jesús en la Eucaristía. Lo podremos ver en las numerosas manifestaciones de piedad popular, manifestaciones que se traducen en procesiones, realización de altares y alfombras florales, engalanamiento de balcones… Son símbolos de la piedad popular que caracterizan el día a día de nuestras gentes, de nuestros pueblos y ciudades. En esta día, Cáritas también nos invita a colaborar con las personas que más sufren y peor lo están pasando en estos momentos. Y es que la fiesta de Jesús-Eucaristía es la fiesta de la Caridad. Vivamos esta jornada con gozo, descubriendo la importancia que tiene la fe para nuestras gentes, esa fe que de verdad da sentido a la vida y que se manifiesta en detalles y gestos que dan plenitud a nuestra historia y a nuestro caminar de cada día.

RENACER A LA VIDA…

Parece que con la llegada de la Primavera todo recobra vida: los paisajes, los pueblos y ciudades, los parques y plazas… Y es que salimos del letargo invernal, de esos meses fríos en los que hemos prescindido de algunas actividades de ocio y tiempo libre para realizar otras, quizás más hogareñas y recogidas.

Con la llegada del buen tiempo muchos de nuestros pueblos y ciudades celebran sus Fiestas Patronales, días de encuentro y diversión, de relax y reconciliación, días de gratitud por celebrar un año más estas fiestas. La Feria de Abril en Sevilla; Santo Toribio en Palencia; San Isidro Labrador en Madrid y en muchos pueblos y ciudades de España, donde agricultores y ganaderos siguen celebrando con todos los honores al Santo Labrador; San Gregorio en Baltanás, mi pueblo natal… Y unidos a estos festejos nos encontramos con otros acontecimientos familiares de gran trascendencia, como la celebración de algunos sacramentos, tales como el Bautismo, la Primera Comunión o Eucaristía, la Confirmación o el Matrimonio. Son acontecimientos unidos a la Iglesia Católica que dan sentido a la vida de numerosas familias.

La celebración de estas Fiestas Patronales, así como de los diversos sacramentos, congregan a numerosas familias en el pueblo o ciudad natal, en el entorno que más unido esté a las raíces familiares. Son fechas que no pasan por alto y que nos permiten estrechar lazos de unión con nuestras gentes, con esas personas a las que de verdad queremos y apreciamos.

Ciertamente es en los pueblos donde más notoria se hace la presencia de esas personas que, por diversas razones, tuvieron que abandonar su casa, su familia, su entorno más próximo. Muchas ya están jubiladas y disfrutan de la Primavera y el Verano en sus tierras natales, compartiendo las experiencias propias de la vida, sembrando alegría entre sus familiares, amigos y paisanos. Y son muchos los que acuden a las Fiestas Patronales para honrar a su Patrón o Patrona; para renovar anualmente esa visita festiva; para pedir con fe o agradecer de corazón; para rememorar, es decir, pasar por el corazón esas vivencias que un día dejaron huella en sus vidas y en las que están presentes de algún mudo amigos y familiares, tanto vivos como difuntos… Algo similar ocurre con las celebraciones familiares.

Días de gozo para nuestros pueblos y ciudades, días alegres y festivos, días de encuentro y diversión. Que la alegría de la Primavera renueve en nosotros la ilusión de la niñez y la juventud, de esos años plenamente felices que marcaron nuestras propias vidas y nuestra propia historia para que también renazcamos a la Vida.

Unas Fiestas muy especiales…

Con la llegada del buen tiempo, todo vuelve a la vida. El paisaje, los días, todo lo que nos rodea despide un colorido especial, una “alegría” única. Y en medio de ese renacer, muchos de nuestros pueblos celebran sus fiestas patronales, unos días de relax y diversión, unos días de encuentro, diversión y descanso.

Hoy celebramos la memoria de San Gregorio Nacianceno, arzobispo en Constantinopla en el siglo IV y Patrono de mi pueblo. Según cuenta la leyenda, tal día como hoy, allá por 1629, una terrible plaga de langosta asolaba los campos de Baltanás (Palencia). Los baltanasiegos acudieron a la Patrona del pueblo, la Virgen de Revilla, para que les liberara de tal castigo, y en solemne procesión suplicaron a la Gran Señora que intercediera para que terminara tan nefasto azote. Al llegar al lugar donde hoy se encuentra la Ermita de San Gregorio, de improviso, quedó fulminada la nube de langosta. Por este milagro, el pueblo levantó una Ermita en honor de San Gregorio y la Corporación Municipal prometió en solemne “voto de villa” acudir todos los años en rogativa y ofrecer la Eucaristía en Acción de Gracias.

Tal vez todo esto pueda sonarnos “a cuento”, pero lo cierto es que la devoción popular nos lo ha ido transmitiendo a través de los siglos con mucha veneración y respeto. Mi reflexión en el día de hoy se dirige a conservar estas tradiciones que están muy arraigadas a nuestros pueblos y ciudades, a nuestras gentes. A través de los siglos, se ha ido transmitiendo esta devoción de una manera sencilla, pero llena de vivencias y recuerdos.

En mi caso concreto, estas fiestas resultan muy especiales, pues tienen un carácter familiar y campechano. Por si fuera poco, son los propios vecinos del pueblo los que ponen la “carne en el asador” para organizar diversos actos, con el fin de disfrutar de unos días intensos de alegría y convivencia. Ojalá mantengamos viva la memoria de todos aquellos que nos han precedido en el camino de la vida y que un día también celebraron la Fiesta de San Gregorio. Día grande y día de recuerdo, donde en todos los hogares de los baltanasiegos, por muy lejos que estén de su pueblo natal, comerán la tortilla, el plato típico de la Campera de la Ermita. Es un modo de mantener viva esa costumbre que va pasando de generación en generación, de estar unidos a las raíces y de agradecer, de algún modo, lo que un día inculcaron padres y abuelos.

¡¡¡Feliz Día de San Gregorio!!!