Con la llegada del buen tiempo, todo vuelve a la vida. El paisaje, los días, todo lo que nos rodea despide un colorido especial, una “alegría” única. Y en medio de ese renacer, muchos de nuestros pueblos celebran sus fiestas patronales, unos días de relax y diversión, unos días de encuentro, diversión y descanso.
Hoy celebramos la memoria de San Gregorio Nacianceno, arzobispo en Constantinopla en el siglo IV y Patrono de mi pueblo. Según cuenta la leyenda, tal día como hoy, allá por 1629, una terrible plaga de langosta asolaba los campos de Baltanás (Palencia). Los baltanasiegos acudieron a la Patrona del pueblo, la Virgen de Revilla, para que les liberara de tal castigo, y en solemne procesión suplicaron a la Gran Señora que intercediera para que terminara tan nefasto azote. Al llegar al lugar donde hoy se encuentra la Ermita de San Gregorio, de improviso, quedó fulminada la nube de langosta. Por este milagro, el pueblo levantó una Ermita en honor de San Gregorio y la Corporación Municipal prometió en solemne “voto de villa” acudir todos los años en rogativa y ofrecer la Eucaristía en Acción de Gracias.
Tal vez todo esto pueda sonarnos “a cuento”, pero lo cierto es que la devoción popular nos lo ha ido transmitiendo a través de los siglos con mucha veneración y respeto. Mi reflexión en el día de hoy se dirige a conservar estas tradiciones que están muy arraigadas a nuestros pueblos y ciudades, a nuestras gentes. A través de los siglos, se ha ido transmitiendo esta devoción de una manera sencilla, pero llena de vivencias y recuerdos.
En mi caso concreto, estas fiestas resultan muy especiales, pues tienen un carácter familiar y campechano. Por si fuera poco, son los propios vecinos del pueblo los que ponen la “carne en el asador” para organizar diversos actos, con el fin de disfrutar de unos días intensos de alegría y convivencia. Ojalá mantengamos viva la memoria de todos aquellos que nos han precedido en el camino de la vida y que un día también celebraron la Fiesta de San Gregorio. Día grande y día de recuerdo, donde en todos los hogares de los baltanasiegos, por muy lejos que estén de su pueblo natal, comerán la tortilla, el plato típico de la Campera de la Ermita. Es un modo de mantener viva esa costumbre que va pasando de generación en generación, de estar unidos a las raíces y de agradecer, de algún modo, lo que un día inculcaron padres y abuelos.
¡¡¡Feliz Día de San Gregorio!!!