RENACER A LA VIDA…

Parece que con la llegada de la Primavera todo recobra vida: los paisajes, los pueblos y ciudades, los parques y plazas… Y es que salimos del letargo invernal, de esos meses fríos en los que hemos prescindido de algunas actividades de ocio y tiempo libre para realizar otras, quizás más hogareñas y recogidas.

Con la llegada del buen tiempo muchos de nuestros pueblos y ciudades celebran sus Fiestas Patronales, días de encuentro y diversión, de relax y reconciliación, días de gratitud por celebrar un año más estas fiestas. La Feria de Abril en Sevilla; Santo Toribio en Palencia; San Isidro Labrador en Madrid y en muchos pueblos y ciudades de España, donde agricultores y ganaderos siguen celebrando con todos los honores al Santo Labrador; San Gregorio en Baltanás, mi pueblo natal… Y unidos a estos festejos nos encontramos con otros acontecimientos familiares de gran trascendencia, como la celebración de algunos sacramentos, tales como el Bautismo, la Primera Comunión o Eucaristía, la Confirmación o el Matrimonio. Son acontecimientos unidos a la Iglesia Católica que dan sentido a la vida de numerosas familias.

La celebración de estas Fiestas Patronales, así como de los diversos sacramentos, congregan a numerosas familias en el pueblo o ciudad natal, en el entorno que más unido esté a las raíces familiares. Son fechas que no pasan por alto y que nos permiten estrechar lazos de unión con nuestras gentes, con esas personas a las que de verdad queremos y apreciamos.

Ciertamente es en los pueblos donde más notoria se hace la presencia de esas personas que, por diversas razones, tuvieron que abandonar su casa, su familia, su entorno más próximo. Muchas ya están jubiladas y disfrutan de la Primavera y el Verano en sus tierras natales, compartiendo las experiencias propias de la vida, sembrando alegría entre sus familiares, amigos y paisanos. Y son muchos los que acuden a las Fiestas Patronales para honrar a su Patrón o Patrona; para renovar anualmente esa visita festiva; para pedir con fe o agradecer de corazón; para rememorar, es decir, pasar por el corazón esas vivencias que un día dejaron huella en sus vidas y en las que están presentes de algún mudo amigos y familiares, tanto vivos como difuntos… Algo similar ocurre con las celebraciones familiares.

Días de gozo para nuestros pueblos y ciudades, días alegres y festivos, días de encuentro y diversión. Que la alegría de la Primavera renueve en nosotros la ilusión de la niñez y la juventud, de esos años plenamente felices que marcaron nuestras propias vidas y nuestra propia historia para que también renazcamos a la Vida.

Unas Fiestas muy especiales…

Con la llegada del buen tiempo, todo vuelve a la vida. El paisaje, los días, todo lo que nos rodea despide un colorido especial, una “alegría” única. Y en medio de ese renacer, muchos de nuestros pueblos celebran sus fiestas patronales, unos días de relax y diversión, unos días de encuentro, diversión y descanso.

Hoy celebramos la memoria de San Gregorio Nacianceno, arzobispo en Constantinopla en el siglo IV y Patrono de mi pueblo. Según cuenta la leyenda, tal día como hoy, allá por 1629, una terrible plaga de langosta asolaba los campos de Baltanás (Palencia). Los baltanasiegos acudieron a la Patrona del pueblo, la Virgen de Revilla, para que les liberara de tal castigo, y en solemne procesión suplicaron a la Gran Señora que intercediera para que terminara tan nefasto azote. Al llegar al lugar donde hoy se encuentra la Ermita de San Gregorio, de improviso, quedó fulminada la nube de langosta. Por este milagro, el pueblo levantó una Ermita en honor de San Gregorio y la Corporación Municipal prometió en solemne “voto de villa” acudir todos los años en rogativa y ofrecer la Eucaristía en Acción de Gracias.

Tal vez todo esto pueda sonarnos “a cuento”, pero lo cierto es que la devoción popular nos lo ha ido transmitiendo a través de los siglos con mucha veneración y respeto. Mi reflexión en el día de hoy se dirige a conservar estas tradiciones que están muy arraigadas a nuestros pueblos y ciudades, a nuestras gentes. A través de los siglos, se ha ido transmitiendo esta devoción de una manera sencilla, pero llena de vivencias y recuerdos.

En mi caso concreto, estas fiestas resultan muy especiales, pues tienen un carácter familiar y campechano. Por si fuera poco, son los propios vecinos del pueblo los que ponen la “carne en el asador” para organizar diversos actos, con el fin de disfrutar de unos días intensos de alegría y convivencia. Ojalá mantengamos viva la memoria de todos aquellos que nos han precedido en el camino de la vida y que un día también celebraron la Fiesta de San Gregorio. Día grande y día de recuerdo, donde en todos los hogares de los baltanasiegos, por muy lejos que estén de su pueblo natal, comerán la tortilla, el plato típico de la Campera de la Ermita. Es un modo de mantener viva esa costumbre que va pasando de generación en generación, de estar unidos a las raíces y de agradecer, de algún modo, lo que un día inculcaron padres y abuelos.

¡¡¡Feliz Día de San Gregorio!!!