Volverán las oscuras golondrinas…

Así decía aquél poeta, y así es la realidad. Con la caída de las hojas y la llegada del Otoño, muchas aves “hacen la maleta” y se despiden hasta la Primavera. Las calles enmudecen, el frío se acerca y la soledad invade y anida muchos de nuestros hogares y pueblos.

Valga el ejemplo de las golondrinas para entender la actitud de muchas gentes de nuestros pueblos. La época estival es muy atrayente para aquellas personas que, por diversos motivos, tuvieron que abandonar sus respectivos lugares de origen para salir a la ciudad en busca de trabajo. Estos hombres y mujeres, una vez que ya han cumplido con sus años de trabajo, deciden acudir a los pueblos en busca de descanso y sosiego, de paz y tranquilidad. Y estos sentimientos, aliñados con lo cotidiano, devuelven unos años de vida a estas gentes. Son momentos de recuerdos, de diálogos y añoranzas… El encuentro con otras gentes, el ir y venir de familiares y amigos, las reuniones y encuentros diversos, el tiempo de ocio y cultura… No sé, se suceden múltiples factores que hacen especial la estancia de nuestros paisanos.

Pero la inminente llegada del Invierno y todo lo que eso conlleva, nos introduce en un mundo distinto, en un ambiente muy diferente al vivido en los meses veraniegos. La vuelta a lo cotidiano, desde los estudiantes hasta los trabajadores, pasando por un sin fin de profesionales, nos devuelve a la normalidad; pero en ocasiones esa “normalidad” nos desagrada, pues también los pueblos se quedan vacíos.

Habrá que esperar la llegada de las golondrinas para que vuelva la “vida” a tantos pueblos de nuestra geografía. Con estas aves llegarán también nuestros paisanos, después de unos meses de trabajo, cotidianidad, esfuerzo y, por qué no, añoranza a las tierras natales. Nos consuela aquello de que “volverán las oscuras golondrinas…”.