Nuevo Estilo de Comercio…

Tal día como hoy, 18 de febrero, allá por 1853, nació en París un nuevo estilo de comercio que revolucionó el concepto tradicional de tienda. Es lo que conocemos como “Grandes Almacenes”, esas superficies comerciales donde puedes encontrar una amplia gama de productos y servicios.

Nuestra sociedad está profundamente marcada por este tipo de superficies, quedando al margen las pequeñas tiendas de barrio o de pueblo. Estos almacenes ofrecen productos diversos a un bajo coste, lo que que provoca en muchos casos la quiebra del comercio tradicional, que no puede competir con esos precios.

En estos momentos, al pensar en esta efeméride, viene a mi recuerdo alguna de las últimas visitas a estos centros comerciales o distintas conversaciones mantenidas con amigos al respecto. Lo cierto es que uno suele entrar para realizar una compra inicial mínima, pero cuando llega a caja suele con un carro repleto de productos, muchos de los cuales no se llegan a utilizar. El mero hecho de ver los artículos te incita a consumir y comprar… He aquí el verdadero éxito de estos almacenes.

Pienso que es bueno que analicemos nuestro modo de consumir, un consumo, en ocasiones, bastante irracional. Sería interesante que profundizásemos en un consumo equitativo. Desde hace ya unos años, se ha puesto de moda eso del comercio justo y solidario, un comercio que busca la dignidad de las personas. Una simple mirada a la etiqueta del producto puede resolvernos muchas dudas sobre la procedencia del producto en cuestión.

Seamos consecuentes con nuestras acciones. Lo importante es que nosotros, como consumidores, sepamos racionalizar nuestras compras y no nos dejemos llevar por las nuevas corrientes del “todo vale”. Cuando lleguemos a esta situación, comprenderemos el verdadero encanto de las tiendas tradicionales, donde la relación personal con el vendedor propicia un clima de convivencia y buena armonía que vale más que el producto en cuestión. Las relaciones humanas son la fuente y el origen de la propia existencia humana y esas no tienen precio.

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